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BELIA, LA CONOCEDORA
Símbolo:Balanza
Alineamiento:Legal bueno, neutral bueno, caótico bueno.
Arma predilecta: Espada Bastarda.
Dominios: Bien, curación, protección, sol, agua.
Principales Seguidores: Clérigos, Monjes.
Conocida como la gran pensadora de Éberon, Belia dedica su existencia a indagar en los entresijos del gran saber con el objeto de dar respuesta a los grandes males que asolan Etrernia. No versada en las artes de guerra sirve al Hacedor como excelente planificadora y estratega, aunque su involucración en el eterno conflicto se centra más de forma pasiva que activa, aunque este hecho no la supone un adversario menor, pues su poder reside en los conocimientos que ha adquirido a lo largo de la atemporalidad, lo que la hace un enemigo temible cuando porta su espada bastarda.
Las iglesias de la conocedora suelen ubicarse en parajes alejados y tranquilos, lugares que dan a lugar a la reflexión y el pensamiento. El hecho de la gran lejanía de sus iglesias de las grandes urbes obliga a sus feligreses a la peregrinación en fechas señaladas. Los fieles de la Diosa veneran los días que según los anales de la historia del panteón señala que Belia, Diosa del saber desciende a Eternia portando las buenas nuevas...La esperanza.
Enemiga acérrima de Necros, Dios de los muertos, comparte con el un lazo invisible e irrompible, el alumbramiento de Morka, Diosa de la locura, ascendida a divinidad mayor por decisión suprema de"El único".
Antes del nacimiento de Eternia de la mano de "El único" como regalo a sus hijos, Belia compartía su afición por el saber con Sorcen, su esposo, erudito del estudio de los libros mágicos de los tiempos, del ayer, el hoy y el mañana.Sin embargo con la llegada de las luces de Eternia, la vida en ella, Sorcen descubrió nuevas ambiciones y cotas de poder que se transformaron en una obsesión, pues la frágil mortalidad de los seres que poblaban el nuevo mundo lo sustrajo de toda razón.
Belia la conocedora, en cinta, supo antes que nadie que Balior se preparaba para la guerra, y previno a su esposo de lo que se avecinaba, pero Sorcen, que había estado últimamente ausente, presentaba un aspecto enfermo, demacrado y ajado. Belia sabía sin que nadie así lo confirmara que su esposo había estado entre los mortales eternianos y que de alguna forma, su mortalidad, había entrado en contacto con su ser, haciendo mella en su carne, enfermándolo.
Con el sonido del cuerno de Balior en las inmediaciones de la Gran Puerta Dorada, Belia sintió los dolores del parto, y alumbró a una niña bendecida con el rumor y el clamor enloquecedor de la gran guerra que se avecinaba. Sorcen tomó a su hija recién nacida colocándola en su regazo, mientras Belia, debilitada por el alumbramiento observaba con estupor y horror como su marido había perdido completamente la consciencia. Su rostro estaba carente de cualquier atisbo de sensibilidad o de compasión...por cada pensamiento infame y grotesco que su mente enferma dibujaba mágicamente en el aire, su piel en jirones caía enderedor a sus pies, cómo si de un disfraz por piel hubiese llevado por largo tiempo.
Belia alzó los brazos suplicante hacia su esposo sin más sonido que las lágrimas vivas que rodaban por su rostro, pero Sorcen, ahora Necros ya no la escuchaba. Solo se escuchó el grito desgarrador de una madre antes de que Necros se llevará a Morka, apartándola para siempre de su lado.
