MORKA, DIOSA DE LA LOCURA
Símbolo: Ojo Sangrante
Alineamiento: Caótico Maligno.
Arma predilecta: Maza.
Dominios: Mal, Muerte, Magia, Superchería.
Principales Seguidores: Clérigos, Magos, Hechiceros, Bardos.
Escuela de magia predilecta: Adivinación
Los fieles de Morka son individuos que se sirven de las mentiras para la consecución de sus deseos. La mayoría son individuos que han sido tocados por la mano gélida de la Diosa condenándolos a una vida de locura, mentiras en contra posición del don de poderosas visiones del futuro, del pasado, sin embargo, dado la poca credibilidad y confianza que confieren una vez descubiertos no suelen ser tenidos en cuenta. Por ello aquellos que siguen a Morka suelen guardarlo en un extremo secreto, reconociendose entre ellos por una marca distintiva que solo los fieles conocen.
Su iglesia esta conformada por fieles de carácter imprevisibles y violentos que suelen estar enmascarado por un solidó personaje persuasivo con grandes dotes para la manipulación. No es de extrañar que grandes oradores, políticos o cargos institucionales sean fieles de esta diosa cruel que actúa sin orden ni concierto.
Engendrada de la unión entre Belia, La conocedora y Necros Dios de los muertos, Morka nació bautizada por el horror, el sufrimiento y la sangre. Secuestrada por Necros y apartada a la fuerza de su madre, Morka conocería la verdad a temprana edad, y aunque había sido criada en el oscuro Balior, y profesaba adoración por los dogmas y enseñanzas de Antiel que siempre había tomado como suyas propias, siempre había sentido en su interior un atisbo de “luz” que la llevaba a plantearse algunas de las decisiones que Balior tomaba respecto a la guerra interminable contra Éberon y Eternia. Cuando Morka fue llamada a la presencia de Necros, que siempre había ocultado la verdad del parentesco que los unía, este le encomendó la tarea de asesinar a Belia y robar todos los documentos que esta poseyera de valor para Balior.
Tras aquella encomienda había un deseo oscuro, una razón que Necros se guardó bien de revelarle.
Morka nunca ocultó el profundo desprecio y asco que sentía por Necros, puesto que ella adoraba las cosas bellas en tiempo y forma, y aunque no le agradaba la idea de pisar Éberon, los baliorianos, como costumbre, y en especial su padre, se habían encargado de arraigar en ella un profundo desprecio y menosprecio por la vida de todo eberniano, sobre todo de las cabezas visibles como “La conocedora”.
Morka y su guardia se introdujeron en Éberon sin demasiado problemas y entraron en el alcázar de “La conocedora” que la encontraron sola leyendo, sentada en un amplio sillón rodeada de pilas de libros que llegaban hasta el techo de sólida piedra de mármol blanco. Ni si quiera Belia levanto la mirada de sus libros cuando le dio la bienvenida.
-Bienvenida seas de nuevo a tu casa hija mía.
Morka no entendió nada, sin embargo se acerco a ella dispuesta a realizar la tarea que había venido a acometer. Pero por cada pasó que daba en la gran sala se observó reflejada en cuadros de óleo colgados en las paredes. Imágenes de ella que mostraban otra vida distinta, una vida de risas, una vida de luz, una vida que no era la suya. Cuando llego a la altura de Belia la agarró de la melena rubia, y le obligo a echar la cabeza hacía atrás con brutalidad, dejando al descubierto su fino y frágil cuello, antes de que Morka le seccionará la yugular y borbotones de sangre emanaran de la herida.
Belia miró con los ojos abnegados en sangre a Morka, y entre los borbotones de sangre que se deslizaban por su labios y la garganta cercenada le susurró con su último aliento de vida entre los estertores
-Morka, sabía que vendrías, tu eres el fruto de mi vientre y la semilla de Sorcen, Necros, tu padre….te quiero y te perdono.- y Belia calló.
Morka, impactada por los acontecimientos y las revelaciones no pudo soportar el duro golpe emocional, conmocionándola, y se volvió loca, confundiendo sueños con realidad, viendo fantasmas donde no los había, llevando el yugo de ser un juguete en las manos de su padre en su deseo infinito de poder.
Había nacido una nueva deidad, Morka, Diosa de la Locura.